La práctica arquitectónica en la República Dominicana está teniendo una relevancia social importante en la actualidad. Y de igual modo su impacto en la economía es notable: según el Banco Central en 2017 este sector aportó 3.7% al producto interno bruto nacional.
Como parte de la serie de debates generados en el marco del libro y plataforma multimedia “Dominicana Creativa. Talento en la economía naranja», arquitectos del país compartieron puntos de vista y criterios sobre el impacto de su quehacer profesional en suelo criollo.
Herencia mestiza
Como resultado del sincretismo cultural, la ciudad de Santo Domingo exhibe a juicio de los panelistas un valor arquitectónico importante que se evidencia de la Ciudad Colonial, que es producto del mestizaje aborigen, africano y español. Contrario a otras ciudades colonizadas de América, Santo Domingo cuenta en el casco antiguo de la ciudad con un trazado reticular casi perfecto comparable con el de ciudades como Barcelona.
Valor de la herencia ancestral
Más allá de lo meramente visible, la arquitectura taína o vernácula respondía al clima. Se basaba en un techo que cubría del sol y de la lluvia, sin paredes, que dejaba colar el viento con libertad, y justamente es lo que busca actualmente la práctica de la arquitectura tropical.
Crecimiento poblacional
Según un informe de la Organización de las Naciones Unidas, el 55 % de la población mundial vive actualmente en ciudades, y para 2050 se espera que 6.5 mil millones de personas vivan en urbes.
Los arquitectos de este panel ven como positivo el crecimiento de la densidad poblacional, siempre y cuando sea planificada y se comprenda como favorable el uso mixto de los espacios urbanos.
Crecer en vertical
Los panelistas ven el crecimiento vertical de la ciudad como positivo en términos de que favorece la sostenibilidad. Y para lograrla es necesario no solo pensar en el desarrollo de las infraestructuras de servicios civiles (sistemas pluviales, de cloacas, eléctricos…), sino también de las estructuras urbanas como parques, plazas y otros espacios de ocio, a fin de lograr una democratización de la ciudad y fomentar la cohesión social.
El espacio público
Es preciso, por igual, otorgar valor al espacio público como un factor fundamental, no solo para la belleza de una ciudad, sino incluso para la rentabilidad urbana. De hecho, la economía naranja depende en gran parte de que existan espacios al aire libre propicios para el esparcimiento.
Restauración más que construcción
Una medida que estos expertos ponderan para reducir el impacto ambiental del desarrollo inmobiliario es la remodelación de los edificios antiguos. Entienden que hay proyectos que todavía funcionan y destruirlos para construir nuevos resulta menos rentable y dañino para el entorno.
Arquitectura vacacional ecológica
Los expertos entienden que la arquitectura es una marca importante en el posicionamiento del sector turismo y comparten que cada día se otorga más importancia al desarrollo sostenible en el turismo dominicano. Explican que clientes, desarrolladores y emprendedores naranja apuestan por la arquitectura ecológica y se alejan de la infraestructura de concreto, para atraer a un turista consciente.
Rescate de ciudades
Los arquitectos se lamentan de que hay ciudades del interior del país perdidas en el olvido por falta de inversión en infraestructura y citan: San Pedro de Macorís, San francisco de Macorís, Montecristi y Sánchez, cuyas joyas arquitectónicas del pasado se han descuidado en vez de haberse convertido en pequeños hoteles boutique o pequeñas tiendas, para captar la atención de los turistas más allá del sol y la playa.